Maestros Inspiradores

Maestro Osho (Bhagwan Shree Rajneesh)

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Maestro directo de Purvesh. Guía e inspiración.

El venerable HOGEN-SAN YAMAHATTA

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Hogen Yamahatta. Maestro directo de Purvesh. Monje Zen

Bert Hellinger

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Creador de Constelaciones Familiares. Purvesh fue estudiante directo.

El venerable LING RINPOCHE

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Tutor del Dalai Lama. Purvesh recibió enseñanzas directas de Ling Rinpoche.

Jiddu KRISHNAMURTI

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Maestro de Meditación de Purvesh en la Fundación Krishnamurti, Ojai, California, 1983.

S.S. DUDJOM RINPOCHE

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Maestro de la Escuela Nigmaya de Budismo Tibetano. Maestro inspirador de Purvesh

SADDHU RENUNCIANTE

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Un encuentro con joven Saddhu renunciante que practica Meditación y silencio en las cuevas del Himalaya. Rotang Pass, altos Himalayas.

S.S. DALAI LAMA DE TIBET

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Purvesh participo de la ceremonia Kalachakra, ofrecida por el Dalai Lama conmemorando los mil años del monasterio de Tabo, Tibet y luego se encontró personalmente con el Dalai lama en Macleod ganje, Dharamasala, India.

EL VENERABLE TRALEG KYABON RINPOCHE

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Maestro de Meditación de Purvesh en Melbourne, Australia participando de un retiro de Meditación Mahamudra.

DR. JON KABAT ZINN

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Fundador de la meditación Mindfulness, el Dr. Kabat Zinn adapto las enseñanzas del Budismo Zen tradicional para el hombre y la mujer modernos. La meditación Mindfulness es hoy utilizada por las corporaciones para mejorar la calidad de vida en occidente.

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EXTRACTO DEL LIBRO: "LA UNICA SALIDA ES HACIA ADENTRO: RELATOS DE UN DISCIPULO DE OSHO" por Purvesh San Martín
Publicado en Editorial Bubok (www.bubok.es)


-¿Quién es el Buda?, preguntó el monje.
- ¿Quién eres tú?, respondió el maestro.

Osho.



Comentarios sobre maestros Zen.

Atardecía en Koregaon Park. El cielo se tornaba rojo con manchas de púrpura y grises. Se sentía una fuerte sinfonía in crescendo de cigarras, grillos, cuervos, pájaros y hasta los cisnes del estanque, que anunciaban el cambio del día hacia la noche. Luego, como si estuviera arreglado de antemano, los ruidos se acallaron y empezó a oscurecer.
Estaba acompañado de un grupo de jóvenes con mirada inocente y determinada, vestíamos largas túnicas rojas y naranjas y teníamos cara de desconcierto. Íbamos a iniciarnos como discípulos de un maestro espiritual.
En sólo unos minutos me iba a sentar a los pies del maestro iluminado más carismático de los últimos tiempos: Osho.
Nos encontrábamos en la entrada de su casa, Lao Tzu house, en el ashram de Puna, al noreste de la India. Pasamos la cerca y nos acomodaron en bancos de madera en un lujoso jardín tropical como nunca he visto. Era elegante y exótico, tenía miles de variedades de plantas combinadas en exquisita armonía. Mientras esperaba, me di cuenta de que estaba muy nervioso, el corazón me latía excesivamente fuerte, me parecía que iba a salirse del pecho, tenía miedo, estaba casi aterrado.
Entramos en un gran hall, semi abierto al jardín, con pisos y paredes de mármol. Sobre un costado estaban sentados los músicos con instrumentos que representaban a Oriente y Occidente, había guitarras eléctricas, cítaras, flautas, tamburinas, tablas y otros instrumentos de percusión. Nuestro pequeño grupo se acomodó frente a un sillón blanco y nos sentamos a esperar. En pocos minutos, la sala se llenó y todos se quedaron en silencio, con los ojos cerrados y en posición de meditación, la espalda derecha y las manos descansando sobre las piernas.
Al rato, se abrió una puerta lateral y Osho entró, acompañado por Vivek, su asistente personal. Estaba vestido con una túnica blanca impecable; durante todo el tiempo hasta que se sentó, mantuvo las manos juntas frente a su rostro en señal de namasté, saludo típico de la India. Sus movimientos eran muy lentos, parecía que flotaba, como en un estado de alerta relajado; se detuvo junto al sillón y se tomó un tiempo largo en recorrer con su mirada a todos y cada uno de los presentes y saludarlos; cuando giró en mi dirección pude sentir el contacto de sus ojos y el impacto de su presencia en el hall. Hola Osho.
Luego se sentó y sonrió, todos se rieron.
Inmediatamente empezó el ritual de iniciación que consistía en sentarse frente a Osho, recibir el mala, un rosario con ciento ocho cuentas con la foto del maestro, mientras él tocaba el tercer ojo de la persona iniciada y luego le hablaba por unos minutos explicando el significado del nuevo nombre espiritual, que en general era sánscrito. También había nombres con raíces sufís, griegas y latinas.
Nos llamaban en turnos de a tres y cuando escuché mi nombre, junto al de mi compañera Roxy, nos acercamos y nos ubicamos en el suelo, justo frente a Osho. Estaba tan cerca que podía extender mi brazo y tocarlo. Tuve que cerrar los ojos ya que la energía que había alrededor de su cuerpo era demasiado fuerte, traté de calmarme, sentí que todo mi cuerpo empezaba a vibrar ligeramente. Tenía la sensación de estar sentado frente a una poderosa lámpara con miles de voltios. Después de unos segundos abrí los ojos, ya más calmado y me invadió una sensación de amor, dulzura y compasión que desconocía.
Primero le habló a Roxy, mirándola fijamente, parecía que lo único que existía para Osho era el mensaje que le daba a mi compañera, estaba completamente concentrado en ella. Yo no podía creer lo que estaba viendo, la perfección de sus movimientos, la energía inteligente que irradiaba: era un ser que vivía en una realidad diferente a la nuestra, más evolucionada. Parecía venir de otra dimensión. Osho estaba despierto.
Finalmente me tocó el turno, giró su cabeza para enfocarme, me miró directamente a los ojos y dejó su mirada, clavada dulcemente en mi ojo izquierdo. Sentí que mi corazón se inundaba de sensaciones desconocidas, empecé a percibir calor en el pecho y en la cara. Comenzó a hablar, yo me perdía en sus ojos y en la luz blanca que me parecía emanaba de su presencia.
Me costaba concentrar la atención en sus palabras, y sin embargo entendía claramente lo que me estaba explicando y sus implicaciones, luego me puso el mala y me tocó el tercer ojo, justo en el medio de la frente. Entonces me dijo mi nuevo nombre, me explicó su significado y me habló durante unos minutos.



- “Este es tu nuevo nombre: Swami Purvesh.

Purvesh quiere decir Dios del Este. Simbólicamente, Oriente representa espiritualidad, y Occidente representa materialismo. El Este representa religión y el Oeste representa ciencia.
Volverte un sannyasin quiere decir volverte oriental. Este es un nuevo nacimiento. El Este no tiene nada que ver con geografía, recuerda, es una metáfora, como el Oeste es una metáfora. Por ejemplo, yo no contaría a China como parte del Este, es occidental; es tan materialista, tan comunista.
Yo contaría a Jesús, Echart, Francisco, como orientales. Aunque nacieron en Occidente, no hay mucha diferencia, son tan orientales como Buda, Lao Tzu, Kabir, Nanak.
Hay gente en Occidente que es oriental y gente en Oriente que es occidental.
Tan simbólico…geografía es una cosa, pero las divisiones geográficas no pueden ser decisivas.
Al volverte un sannyasin, estás formando parte del Este, parte de la tremenda tradición de espiritualidad, de la tremenda rebelión de espiritualidad. Alegrate, estás aceptado, eres bienvenido.
Ahora deja que tus actitudes occidentales desaparezcan, la prisa occidental, la velocidad occidental, el aferrarse a las cosas, la posesión occidental. Deja que todo forme parte del pasado.
¡Relájate! Olvida la prisa. En el momento en que olvidas la prisa, la preocupación desaparece, cuando no vas rápido, no puedes estar tensionado. El instante en que no eres posesivo, tiene lugar una gran relajación.
Y el milagro es que cuando tú no posees nada, lo posees todo.
Relájate y el reino de Dios es tuyo.”

Palabras textuales de Osho. Trascripción 4-1-1980
Cuando finalizó y se recostó en el sillón, mirándome con una sonrisa de complicidad, yo estaba en un estado muy profundo que nunca antes había experimentado. ¿Era esto la espiritualidad? ¿Había encontrado la dimensión del espíritu? Me sentía desorientado, retornaba desde un sitio en medio de dos dimensiones; la materia y el espíritu, no podía moverme. Un joven de gran tamaño me ayudó a levantarme y me sentó en las hileras finales junto a Roxy, estaba como embriagado por una sensación de gozo y elevación, me sentía bendecido por la gracia de Osho. Nos quedamos abrazados, flotando en una energía que recién iniciaba. Había encontrado a mi maestro y guía para la aventura más ardua y fascinante de toda mi vida.

Purvesh San Martín

"La única salida es hacia adentro. Relatos de un discípulo de Osho."